Caminos para encontrar el sueño en Verano
Recientemente hemos vivido las primeras noches tropicales de este verano. Una noche tropical es un concepto muy empleado en climatología que hace referencia a las noches en las cuales el termómetro no baja de 20 grados. Peores todavía son las llamadas noches ecuatoriales, que también se han dado en algunos puntos del país, y que implican que no se bajó en ningún momento de la noche de los 25 grados. En estas condiciones, pegar ojo se convierte en una misión prácticamente imposible.
De ahí que estos días muchas personas tengan dificultades para conciliar el sueño, lo que trae consigo toda una serie de consecuencias. Está más que estudiado que las personas que duermen mal ven afectados sus comportamientos y emociones. Según un estudio de la Universidad de Berkeley, dormir menos horas de las necesarias (de siete a ocho cada noche es lo recomendado) altera la capacidad de respuesta del lóbulo prefrontal, la parte del cerebro encargada de regular las emociones.
Por tanto, la falta de sueño provoca que el cerebro no sepa controlar las respuestas emocionales, provocando que reaccionemos de manera equivocada ante situaciones normales o cotidianas, otorgándoles un significado emocional que no tienen. La razón es que el cerebro pierde la capacidad para filtrar los peligros y llega a creer que todo lo que ocurre es importante y digno de atención, cuando la realidad es bien distinta.
¿Cuántos de nosotros no nos hemos tirado toda una noche de insomnio dándole vueltas y vueltas a algún problema, para darnos cuenta al día siguiente de que no era para tanto? Pues esta es la explicación científica de eso que nos ha pasado alguna vez a todos. Y la mejor manera de evitarlo es no intentar solucionar nada importante a la hora de dormir. No consultemos más con la almohada si queremos descansar bien.

Y si trabajar nuestro cuerpo es muy recomendable para dormir, no es menos importante trabajar también nuestra mente. Como decíamos antes, aunque el calor de estas noches no ayude a dormir, a menudo las causas reales son otras mucho más profundas. Esto sucede, por ejemplo, con los bloqueos emocionales provocados por mecanismos de defensa (autolimitaciones que aprendemos de nuestro entorno social y que nos generan algún tipo de insatisfacción) o creencias limitantes (igualmente adquiridas porque en nuestro entorno social, dichas creencias son percibidas como verdades que no se pueden cuestionar de ninguna manera).
Si la raíz de nuestro insomnio se sitúa en este terreno es recomendable que aprendamos a desbloquear nuestras emociones. Para ello existen interesantes herramientas a nuestro alcance, como son las que proporcionan el coaching, la Gestalt, la Programación Neurolingüística o las terapias vivenciales y posturales, entre otras posibilidades que podemos explorar para que no contemos ni una sola oveja en estas cálidas noches de verano.